Síndrome de Clerambault: Enamoramiento patológico – Descrito por el psiquiatra francés Gaëtan Gatian de Clérambault, el síndrome de Clerambault o erotomanía es un trastorno delirante poco frecuente donde el paciente cree firmemente que otra persona está apasionadamente enamorada de él o ella.
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¿Qué es el síndrome de Clerambault?
NOTAS CLÍNICAS Delirio de Clerambault: entre un deseo de amor irreductible y la atenuación de un delirio erotomaníaco. Respuesta clínica con neuroléptico de liberación prolongada. A propósito de un caso Clerambault’s delusion: between a desire of uncompromising love and the attenuation of a erotomanic delusion.
Clinical response with neuroleptic of long liberation. A case report M a Guadalupe Sorribes Molina a, Alfonso Pedrós Roselló b, Miguel Barberán Navalón a y Pedro Martínez Mollá b a Residente en Psiquiatría b Psiquiatra a, b, c, d Servicio de Psiquiatría. Hospital Lluís Alcanyís. Xátiva. Valencia, España Dirección para correspondencia RESUMEN El delirio erotomaníaco se menciona desde la época griega.
Es en el siglo XIX, con Clerambault, cuando se hace una descripción más exhaustiva de esta ideación delirante crónica de ser amado. Existen pocos estudios descriptivos y generalmente se trata de casos aislados. En este trabajo se relata de forma detallada el seguimiento prolongado de una paciente con un delirio erotomaníaco; realizando especial incidencia en la complejidad de su diagnóstico y abordaje terapéutico.
- Palabras clave: delirio erotomaníaco, delirio de Clerambault, pronóstico, tratamiento.
- ABSTRACT The erotomania delusion is mentioned from the greek era.
- It was in the nineteenth century, with Clerambault, when is done a more exhaustive description of this chronic delusional ideation of being loved.
- There are a few descriptive studies and usually these are isolated cases.
In this work is recounted in detail the long follow up of a patient with erotomania delusion; making special incidence in the complexity of its diagnostic and therapeutic approach. Key words: erotomania delusion, Clerambault delusion, prognosis, treatment.
Introducción. El delirio erotomaníaco o de Clerambault es un subtipo de trastorno delirante en el que el tema central es la idea delirante de que una persona está enamorada del sujeto. La idea delirante suele referirse a un amor romántico idealizado, a una unión espiritual más que a una mera atracción sexual (1).
Desde la antigüedad, los delirios erotomaníacos han sido descritos con más frecuencia en mujeres. En la época griega ya se mencionaba una enfermedad de características similares (Hipócrates, Galeno), aunque es Esquirol, quien la considera como una monomanía intelectual, es decir, una alienación mental que afecta parcialmente a la mente preservando las facultades intelectuales intactas, denominándola locura del amor casto (2).
- Raepelin incluye los delirios erotomaníacos en los delirios paranoicos o paranoia.
- Se define este proceso como un delirio lúcido, generalmente con ausencia de alucinaciones, con conservación de la actividad psíquica, con evolución extensiva de las interpretaciones delirantes, incurable pero sin evolución demencial (3).
En el siglo XIX Clerambault describe la erotomania como la ilusión delirante de ser amado, trazando un cuadro clínico minucioso con tres fases: esperanza, despecho y rencor (4). El delirio erotomaníaco puede presentarse integrado en distintos procesos mentales como trastorno delirante, esquizofrénico o esquizoafectivo.
- En este trabajo se presenta el seguimiento durante más de 30 años de una mujer afecta de trastorno delirante erotomaníaco o delirio de Clerambault.
- Determinados aspectos clínicos, así como del abordaje terapéutico y el seguimiento prolongado de la paciente, ofrecen la posibilidad de realizar una reflexión sobre esta patología mental.
Caso clínico Antecedentes biográficos, médicos y psiquiátricos Mujer de 70 años, soltera, vive sola con supervisión constante por hermana y cuñado que viven en el piso inferior al suyo. Describen embarazo, parto y desarrollo psicomotor normales, así como una infancia feliz, buen trato con padres y hermana menor.
- Mantuvo una relación estable durante 10 años, entre los 28 y 38 años, con hombre casado de situación social superior a la de ella (era su jefe en el Ministerio donde trabajaba).
- Mujer de carácter extrovertido, abierta, con buen apoyo familiar y social.
- Diplomada en Graduado Social y Humanidades, trabajó como administrativa durante 20 años en un Ministerio en Madrid tras obtener la plaza por concurso oposición.
Jubilada desde 1992, año en el que se le dio la invalidez permanente por enfermedad mental incapacitante. Antecedentes somáticos de HTA, glaucoma, hernia de hiato, fractura de tibia y peroné derechos con injerto tras accidente de tráfico con TCE y pérdida de conciencia 1981.
En seguimiento desde hace 32 años por servicios de Psiquiatría de diferentes hospitales (38 ingresos) y Unidad de Salud Mental (USM) del país (Madrid, Valencia y actualmente desde 2000 en Xàtiva) por trastorno delirante erotomaníaco de Clerambault, habiendo recibido previamente multitud de diagnósticos y tratamientos.
Respecto a antecedentes familiares, una hermana con trastorno distímico y un sobrino consumidor de tóxicos con suicidio a los 20 años. Enfermedad mental y evolución Inicio de sus trastornos mentales alrededor de los 38 años coincidiendo con accidente de tráfico en el cual fue atropellada mientras cruzaba la calle, con el resultado de fractura de tibia y peroné derechos y TCE con pérdida de conciencia, que precisaron ingreso hospitalario en la planta de Traumatología durante varias semanas y cirugía reconstructiva.
Mientras estuvo ingresada fue visitada con regularidad por varios de sus compañeros de trabajo, pero no por su ex-amante con lo que ella empezó a interpretar cualquier gesto de éstos como indicativo de que habían sido enviados por éste para espiarla, vigilarla y trasmitirle información de su estado, dado que él no podía asistir a verla.
También empieza a notar pensamientos e ideas extrañas en su cabeza; ideas obsesivas en relación a la figura de éste, centradas en conseguir que vuelva a retomar la relación con ella. Tras el alta hospitalaria estas ideas van aumentando en intensidad, cree verlo por doquier, no acepta ni comprende que él no sienta lo mismo por ella, derivando en conductas inapropiadas de llamadas telefónicas reiterativas, visitas a su despacho en horario laboral, increpándolo a volver a retomar la relación.
Todo ello acompañado por clínica de ansiedad intensa, insomnio, anorexia, abandono de las obligaciones laborales y de su autocuidado personal, dificultad para concentrase en las cosas, gastos de sumas elevadas de dinero en ropa y regalos para su amado, por lo que es llevada a urgencias del hospital psiquiátrico de zona donde se le ingresa y se le pauta tratamiento sedativo y psicoterapia con mejoría absoluta de la ansiedad, pero con persistencia del aparente estado delirante.
En las entrevistas que se llevan a cabo durante el ingreso la paciente no presenta alteraciones de conducta ni problemas de convivencia con el resto de pacientes, reconoce que su forma de vivir la realidad le perjudica, pero no puede evitarlo, impresionando de fondo neurótico y reacciones de tipo histeroide, para hacerse de notar dentro de sus compañeros de trabajo.
- Recibió el alta con el diagnóstico de trastorno ansioso-depresivo versus neurosis obsesiva, pero con la duda de si no habría de fondo una psicosis delirante y pautándosele tratamiento con tioridazina, haloperidol y amitriptilina.
- Tras el alta hospitalaria mantiene seguimiento periódico durante unos meses en USM de zona.
En una ocasión es acompañada a urgencias psiquiátricas por un amigo presentando conductas extravagantes delante de la puerta de su centro de trabajo paseando un cochecito de bebé vacío, hablando sola y escenificando que está cuidando de su bebé imaginario.
Tras ser valorada, no presenta alucinaciones, ni ideación autolítica, ni clínica delirante, haciendo crítica de lo sucedido (“lo hago para llamar al atención de mi amado”) y refiriendo que no lo va a volver a hacer, se le da el alta con diagnóstico de estado crepuscular histérico ya cedido, pautándosele clorpromazina y clorazepato.
Meses después presenta un “nuevo episodio crepuscular”, pero mucho más elaborado y de mayor intensidad y duración, consistente en las compras excesivas de varias bolsas con ropa infantil, comida para niños y objetos de aseo masculinos, permaneciendo durante días en un parque situado enfrente de la casa de su “amado”, representando que vive en familia con él y sus 2 hijos, un niño y 1 niña.
- Durante esos días no acude a su trabajo, vive y pernocta en dicho parque, apenas come y casi ni duerme.
- La enferma a su ingreso hace crítica total de lo ocurrido, se reprocha la pérdida de tiempo, de su imagen personal y económica que va a suponer para ella, relatando que es como una fuerza, una energía interna, una pulsión, la que la lleva a realizar dichos actos (hiperactividad, deseos amorosos descontrolados, con ciertos tintes hipertímicos) pero deja la duda de si existe una total ausencia de conciencia de sus actuaciones.
Mantiene la convicción, delirante, bizarra, contumaz, de que su ex-amante la sigue amando a pesar de las circunstancias reales. Se plantean los posibles diagnósticos de psicosis histérica, erotomanía o psicosis psicógena, pautándosele al alta tratamiento farmacológico clorazepato y flurazepam y derivándola a USM para inicio de psicoterapia psicodinámica.
En los años siguientes a esta última alta presenta varios episodios de reagudización del cuadro anterior, algunos de ellos de menor intensidad y duración, siendo atendida en urgencias psiquiátricas, sin ingresarla, recibiendo como tratamiento clorazepato im y remitiéndose a su domicilio para proseguir su tratamiento psicoanalítico habitual.
En aquellos episodios en los cuales la intensidad es mayor, se realizan ingresos hospitalarios para controlar el comportamiento (nada más llegar al hospital hay un rápido y total apaciguamiento de las conductas pulsionales, permaneciendo la paciente en una posición de “belle indiference”), no precisando como tratamiento farmacológico nada más que benzodiazepinas durante los mismos.
En uno de estos episodios de mayor intensidad, por lo que precisa ingreso, se objetiva un ánimo depresivo sin síntomas psicóticos, durante el cual realiza fuga hospitalaria en 2 ocasiones, relatando la paciente que lo ha hecho de manera impulsiva y sin poder controlarse, no existiendo sintomatología delirante manifiesta como justificación, siendo pautado perfenacina y amitriptilina.
Dado que las recaídas son constantes con las consiguientes fugas y ausencias laborales que conllevan, se le da la invalidez laboral total y permanente, a la edad de 50 años. La paciente abandona la ciudad donde trabajaba y residía, trasladándose a vivir a su pueblo natal.
- Se somete a un nuevo tratamiento psicoterapéutico con un psiquiatra amigo de la familia durante un período aproximado de 10 años, en el cual presenta algunas recaídas coincidentes casi siempre con el abandono de medicación neuroléptica y antidepresiva.
- Abandona el tratamiento con este psiquiatra por presentar la idea delirante de que estaba enamorado de ella.
Después de diez años sin ver a su ex-amante (aunque habiendo tenido contacto telefónico con llamadas reiterativas por parte de ella) viaja en tren hasta la ciudad donde él residía con la intención de volver a verlo. Es llevada al hospital psiquiátrico por unidad SAMUR tras encontrarla intentando cruzar la autopista de varios carriles con grave riesgo para su vida.
Ella relata el hecho como que es víctima de un impulso que no puede controlar y que actúa en ocasiones en contra de su voluntad. Dicho impulso va encaminado a reunirse con su amado (a pesar de saber que está casado y que no le corresponde). Refiere sentirse anímicamente deprimida por no poder controlar su “obsesión amorosa”, por lo que ha intentado quitarse la vida cruzando de manera arriesgada dicha autopista.
Durante el ingreso hace crítica de lo sucedido manteniendo cierta preocupación por la aparición de dichos impulsos que ella considera desagradables. Se le diagnostica de TOC y se le pauta litio, paroxetina y clorazepato. Tras la muerte de su sobrino por suicidio es ingresada en hospital por presentar un cuadro de mutismo, anergia, deterioro cognitivo manifiesto, cierto nivel de confusión, desorientación temporo-espacial, falsos reconocimientos, pérdida de memoria inmediata y reciente, nula capacidad para la abstracción o el cálculo, lenguaje divagatorio, tangencial y plagado de pararrespuestas, sin sintomatología delirante.
Se realizan varios “minimentals” con resultados contradictorios entre ellos; TAC craneal sin hallazgos patológicos; EEG para descartar foco epiléptico que resulta normal; analítica completa con hemograma, bioquímica, vitamina B12, hormonas tiroideas, serología, con resultados normales; siendo diagnosticada de pseudodemencia de aspecto histérico versus trastorno disociativo y pautándosele tratamiento al alta con litio, biperideno, risperidona y clorazepato.
A los pocos meses de este último ingreso, realiza una nueva fuga de su domicilio hacia la ciudad donde trabajaba, presentando conductas inadecuadas de compras excesivas de ropa de niños, ropa masculina, así como deambular sin rumbo y sin descanso cargada con dichas compras, poniendo en peligro de nuevo su integridad física.
Al ingreso hospitalario presenta por primera vez alucinaciones auditivas de voces imperativas que ordenan y dirigen sus actos en contra de su voluntad, junto a un síndrome de influencia que acapara su voluntad, inutilizándola, siendo vivida subjetivamente como una fuerza o impulso interior que la lleva a realizar determinados actos sin que ella pueda oponerse (caminar sin control alrededor de las inmediaciones de la casa de su ex-amante porque si deja de caminar algo malo va a sucederle a ella, a su familia y poder perder sus pertenencias y su dinero).
Al alta recibe diagnóstico de psicosis inespecífica y se le pauta olanzapina y clorazepato. En los años siguientes alterna períodos intercrisis sin clínica afectiva ni psicótica, con un correcto nivel y funcionamiento cognitivo, junto a varios ingresos de similares características, probablemente desencadenados por la disminución o el abandono de la medicación, recibiendo diferentes tratamientos: clozapina, carbamazepina, valproato, quetiapina, amisulpiride, zuclopentixol depot.
- El período intercrítico de mayor duración en este tiempo es de 3 años, coincidiendo con la administración regular del zuclopentixol depot; apareciendo de nuevo clínica, tras la disminución de la dosis.
- Al ingreso realiza crítica de lo sucedido, pero no parece poder controlarse, refiriendo como si alguien le hubiera puesto una penitencia que consta de 3 pasos: ir al municipio donde trabajaba, comprar regalos para su amado y sus supuestos hijos en común y caminar sin parar.
Si no cumple alguno de los 3 pasos, la penitencia no es válida y algo malo le ocurrirá a ella y a sus seres queridos. Sus familiares confirman el total abandono de la medicación (zuclopentixol depot, paroxetina, quetiapina, diazepam y lormetazepam), sintiéndose desbordados ante la situación.
- Se le diagnostica definitivamente de trastorno delirante erotomaniaco y se le pauta risperidona im/15 días.
- Permanece estable durante meses pero presenta nuevas recaídas coincidentes con la disminución de dosis de risperidona im, así como el abandono del tratamiento psicoterapéutico.
- Estable clínicamente, sigue control ambulatorio en USM durante 3 años.
Se le cambia la medicación de risperidona im/15 días a paliperidona im/mensual porque la paciente presenta efectos secundarios. Una vez más, tras la disminución de la dosis de paliperidona (de 100 a 75 mgr), presenta una nueva reagudización clínica consistente en conductas apragmáticas, rechazo a la ingesta y tratamiento, abandono de autocuidado, llamadas telefónicas a su ex-amante, todo ello congruente con su delirio erotomaníaco.
- Durante el ingreso se observa una buena evolución tras la reinstauración del tratamiento parenteral, oral y psicoterapéutico.
- Se le da el alta y actualmente se encuentra estable, con buena adherencia a pautas terapéuticas.
- Discusión El trastorno delirante erotomaníaco o delirio de Clerambault es una enfermedad infrecuente en la población general, existiendo pocos estudios concluyentes sobre prevalencia, tratamiento, evolución y pronóstico (5-6).
La relevancia del presente caso viene dada por la exhaustiva información recogida de la paciente durante un seguimiento de 32 años, que permiten aportar datos clínicos, de tratamiento y evolución muy significativos. Llama la atención del caso, por no ser habitual, un inicio larvado y tras varios años de finalizar una relación real; en los casos documentados por revisión bibliográfica describen pacientes que no han tenido relaciones reales con el sujeto “idealizado amorosamente” y con un inicio brusco sin ningún desencadenante (7).
- Su evolución ha sido hacia la cronicidad, manteniéndose en todo momento en la etapa de esperanza de conseguir su propósito de reunirse con su amado y conseguir su amor, sin presentar despecho, rencor o enfado ante las negativas de éste, como sucede en los casos descritos por Clerambault (4).
- A lo largo del seguimiento en los distintos servicios de salud mental, la paciente recibe numerosos y variados diagnósticos, así como distintos abordajes terapéuticos psicofarmacológicos y psicoterapéuticos.
Resulta llamativa la disparidad de diagnósticos durante los primeros años de enfermedad, pasando desde la neurosis a la psicosis. Estas discrepancias se relacionan con el tipo de delirio erotomaníaco y los diferentes modelos para su comprensión y abordaje desde la Psiquiatría.
- A pesar de su evolución crónica, no se observa deterioro cognitivo, si bien su funcionamiento personal se encuentra marcado por el delirio.
- Al igual que en el sueño, en el delirio existe también un cumplimiento de deseos, como si sirviera para ocultar la derrota en la vida.
- Esta evolución es reflejada en los casos descritos en la literatura (7-8).
Durante años las remisiones clínicas eran mínimas, realizando un cumplimiento irregular de los tratamientos psicofarmacológicos, debido a su escasa conciencia de enfermedad. De todas las intervenciones terapéuticas, se debe destacar los dos períodos de tratamiento y seguimiento con psicoterapia psicodinámica, donde se objetivaron períodos asintomáticos sin precisar ingresos hospitalarios ni descompensaciones clínicas, así como con la administración de neuroléptico depot parenteral.
- En la actualidad y desde hace más de tres años se encuentra más estable, sin reagudizaciones psicóticas graves (consistentes en activación de un delirio crónico erotomaníaco con planificación y fuga para reunirse con su amado).
- Las veces que se ha intentado la reducción de la dosis del mismo, a petición de la paciente, ha presentado leves descompensaciones que han sido minimizadas mediante ingreso en Unidad de Hospitalización Psiquiátrica para reintroducir la dosis habitual, consiguiendo la estabilidad clínica.
En la bibliográfica existen pocas referencias respecto al tratamiento de esta entidad (9-11), precisando de estudios con más casos para poder avanzar en el abordaje de este apasionante trastorno mental. Bibliografía 1. American Psychiatric Association.
- Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM-IV-TR, 4th edn.
- Washington, DC: APA, 2000.2.
- Esquirol, JED.: “Memorias sobre las locuras y sus variedades”; De.
- Dorsa, Madrid, (monomanía erótica)- Traducción del libro “Des maladies considerées sous les rapports medical, hygieniques et médico-legales” (1991) pp.315-326.3.
Kraeplin E: Maniac Depressive Insanity and Paranoia. Edinburgh, Robertson, Lvingstone, 1963, p 245.4. Clerambault GG. El automatismo mental. Madrid, Dor, 1995.5. Kelly Brendan D. Erotomania epidemiology and management. CNS Drugs 2005; 19: 657-669.6. Berrios GE, Kennedy N.
Erotomania: a conceptual history. Hist Psychiatry 2002; 13(52):381-400.7. Jordan HW, Lockert EW, Johnson-Warren M, Cabell C, Cooke T, Greer W, Howe G. Erotomania revisited: thirty-four years later. J Natl Med Assoc 2006; 98(5): 787-93.8. Jordan HW, Howe G. De Clerambault syndrome (erotomania): a review and case presentation.
J Natl Med Assoc 1980; 72 (10): 979-85.9. García-Fernández L, Alcántara López AG, Martínez Herrera MJ. Paranoia erotica (Clerambault syndrome) successfully treated with risperidone. Ann Pharmacother 2002; 36 (12): 1972-3.10. Alao AO, Armenta W, Yolles JC. Dirección para correspondencia: Alfonso Pedrós Roselló ( [email protected] ) Recibido: 13/02/2013 Aceptado con modificaciones: 04/07/2013
¿Cómo se llama cuando el paciente se enamora del psicólogo?
El enamoramiento, una sensación difusa – Uno de los primeros en detectar esa especie de enamoramiento de los pacientes hacia el psicoterapeuta fue Sigmund Freud, El padre del psicoanálisis notó que después de un tiempo de tratamiento, sus pacientes empezaban a dar muestras de atracción romántica hacia él.
También se dio cuenta de que esto no solamente ocurría en su propia experiencia, sino que a sus colegas les sucedía lo mismo. Profundizó en este fenómeno y diseñó un concepto nuevo para entenderlo; lo llamó: “amor de transferencia”. Se trata de un fenómeno a través del cual el paciente transfiere los afectos que siente por otras personas a la figura del psicoterapeuta.
En palabras más sencillas, el paciente vuelve a experimentar los afectos que le despierta o despertaba su madre, su padre u otras figuras relevantes, pero esta vez enfoca esos afectos hacia el psicoterapeuta. No es consciente de ello, simplemente, sucede.
¿Qué es el amor patológico?
El amor obsesivo – Hay que diferenciar amor de obsesión. Una hace a la persona feliz, la otra no. No obstante, en la mayoría de los casos, es difícil para la persona reconocer que su amor es obsesivo, siendo lo “normal” manifestar que se trata de un amor puro y verdadero, aunque existen una serie de características que muestran que existe un problema.
Así, en este amor patológico se produce una pérdida del control, en la que los pensamientos intrusivos aparecen y los estados de ánimo pueden variar en función de cómo se perciba la relación con la otra persona. A su vez, existe la necesidad de estar en contacto permanente con la otra persona, y se produce una sensación de vacío interior ante la ausencia del ser amado, apareciendo preocupación y ansiedad cuando se está lejos de la pareja.
Además, se produce una pérdida de interés por actividades de ocio con las que antes disfrutaba, y puede producirse un distanciamiento entre la persona y sus amigos y/o familiares. Además, aparecen sentimientos tales como los celos, la desconfianza y el miedo al abandono.
A nivel de conducta, se pueden producir comportamientos de control obsesivo, como demandas constantes de atención, manipulación e intentos de control. Además, con frecuencia existen intentos de aislar a la persona de sus amigos y familiares; perdiendo así la persona su individualidad, pasando a ser la pareja el eje de su existencia.
Estos comportamientos, normalmente harán que la pareja comience a sentirse mal, y la persona sentirá más ansiedad e inseguridad, El tratamiento psicológico por parte de un especialista en Psicología es fundamental de cara a superar un problema que tiene trazos de adicción y trastorno obsesivo compulsivo.
Si es tratado de forma precoz, será posible reconducir la relación antes de que esta fracase. Si la relación ya ha terminado o no ha llegado a comenzar, el paciente necesitará ayuda para que supere esta pérdida de forma sana y que no recaiga en este tipo de vínculos en relaciones futuras. La destacada psicóloga Silvia García es la directora del Centro de Psicología Científica Aplicada (PSICIA) y es experta en ansiedad, fobia social y terapia de pareja, entre otros.
Compagina su labor profesional con la docencia, ejerciendo como profesora en el grado de Psicología. Ha colaborado en publicaciones sobre la fobia social y se ha formado ampliamente para la evaluación, diagnóstico y tratamiento individual de diversos trastor.
- Ver más Por Silvia García Graullera Psicología La destacada psicóloga Silvia García es la directora del Centro de Psicología Científica Aplicada (PSICIA) y es experta en ansiedad, fobia social y terapia de pareja, entre otros.
- Compagina su labor profesional con la docencia, ejerciendo como profesora en el grado de Psicología.
Ha colaborado en publicaciones sobre la fobia social y se ha formado ampliamente para la evaluación, diagnóstico y tratamiento individual de diversos trastornos psicológicos. Actualmente es directora del Centro de Psicología Científica Aplicada (PSICIA), (+34) (Al llamar di que eres un paciente de Top Doctors) Si haces uso de este teléfono facilitado por TOP DOCTORS nos autorizas al tratamiento de tu teléfono para fines estadísticos y comerciales. Para más información, lee nuestra Política de Privacidad Top Doctors
¿Quién descubrió el síndrome de Munchausen?
Un síndrome “subdiagnosticado” – No era el niño el que estaba realmente enfermo, sino la madre: tenía S í ndrome de Münchausen por poder (SMPP), según le diagnosticó el equipo de psiquiatría del propio Hospital Carlos Van Buren. Este trastorno mental reconocido, también llamado trastorno facticio impuesto a otro, fue identificado por primera vez en 1977 por el pediatra británico Roy Meadow.
Fuente de la imagen, Nadezhda1906 / Getty Images Pie de foto, El Síndrome de Münchausen por poder se considera una forma de abuso infantil y tiene un índice causal de mortalidad de alrededor del 7%. Este síndrome implica una vuelta de tuerca sobre el Síndrome de Münchausen, que consiste en la fabricación de síntomas y signos de una enfermedad por parte del paciente para generar ayuda, compasión, admiración y atención médica,
En el caso del SMPP, conocido en inglés como ” Münchausen Syndrome by proxy “, es la persona a cargo de un paciente, normalmente la madre o cuidadora de un menor, la que fabrica esos síntomas o enfermedades. Se considera, de hecho, una forma de maltrato infantil, que a menudo pasa desapercibida para médicos y autoridades durante meses o años.
Sin embargo tiene un índice causal de mortalidad de alrededor del 7%, según el equipo de médicos chilenos. La prensa internacional ha recogido varios casos notorios en los que los menores murieron y los padres fueron condenados a penas de cárcel. Los adultos que padecen este trastorno psiquiátrico pueden llegan a límites insospechados en su búsqueda patológica por la atención médica: pueden inyectarle al menor sangre, orina o heces para generarle enfermedad, darles fármacos que les generen síntomas como vómitos o diarrea y someterlos a pruebas invasivas como biopsias o cirugías.
Según recogen los autores del informe sobre el caso clínico chileno, se desconoce la verdadera incidencia de los casos de SMPP, pero estiman que está ” subdiagnosticado ” porque el personal sanitario no suele sospechar de los padres de los pacientes menores.
¿Qué es el síndrome de fregoli?
El síndrome de Fregoli consiste en la creencia de que personas del ambiente del paciente (típicamente extraños) son suplantadas por un sujeto conocido (15). Por su parte, el síndrome de doble subjetivo, es la idea delirante de que existen dobles de sí mismo.
¿Que tiene erotomanía?
Med. Hábito morboso de aspirar vapores de éter.
¿Qué es el amor de transferencia?
Sobre el amor de transferencia y sus vicisitudes Este trabajo tiene como eje central la lectura que Jacques Lacan realiza sobre el amor de transferencia en El Banquete de Platón. Se puntualizarán algunas cuestiones sobre la posición del analista como lugar tercero y se intentará desplegar la carta letra de amor y la de a-muro buceando por los conceptos de “escritura”, “letra” y “modos lógicos”.
- Lacan se refiere a El Banquete como una especie de asamblea de mariconas, como solía decir, “es una reunión de viejas locas”.
- El mismo transcurre en la casa del poeta Agatón, en dónde los invitados exponen sus discursos en torno al amor.
- Es Erixímaco el que propone hacer un elogio al amor, siguiendo ciertas reglas.
Cada uno debe pronunciar su discurso por turno, de izquierda a derecha. Todo transcurre en calma hasta la irrupción de Alcibíades, luego de que Sócrates hiciera hablar a Diótima por él. La entrada de Alcibíades marca el paso del elogio al amor en general universal al elogio del de al lado.
- Podríamos decir que se produce el paso de lo conmensurable, en este caso del eros universal, a lo inconmensurable particular ya que Alcibíades habla de Sócrates, lo quiere desenmascarar.
- Refiere a que no le dio un signo de amor, dice que es como los silenos o como el sátiro Marsias, que aún sin instrumento fascina a los hombres sólo con sus palabras, convirtiéndose así en un encantador.
Sobre esto, Lacan hará su lectura en el seminario VIII nombrando a Sócrates como el objeto de deseo, el “ágalma” de Alcibíades y ubicará la intervención de Sócrates como una interpretación psicoanalítica, siendo ésta: “No es a mí, sino a Agatón”. De esta manera, Sócrates se ubica en posición tercera.
- Posición en la que Lacan ubica al analista en el amor de transferencia.
- Lacan toma de la erótica del amor platónico dos posiciones, la del amante y la del amado.
- Erastés y erómenos para realizar su lectura acerca de los problemas del amor en El Banquete, diciéndonos que “el problema del amor nos interesa en la medida en que nos permitirá comprender que ocurre en la transferencia – y, hasta cierto punto, a causa de la transferencia.”.
Si amar es dar lo que no se tiene a quien no lo es, podemos ubicar la relación entre el amor y el deseo. Y más aún entre amor, deseo y transferencia. En el amor griego, amor homosexual de relaciones intercrurales, el amante es el hombre mayor, el que tiene barba, al que algo le falta.
- El amado, joven libre, bello e imberbe, completo, que no muestra su deseo porque no le falta nada.
- Lacan remarca que en ambas posiciones hay un no saber, a uno por lo que le falta y al otro por lo que tiene.
- Podemos decir que Sócrates era el amante y Alcibíades el amado.
- Pero la cuestión pasa por el problema del amor, lo que le falta a uno no es lo que está escondido en el otro.
Sócrates nombrado como el mayor de los histéricos, enamoraba a los jóvenes, les hacía creer que se ubicaba como el amante y llegaba hasta el punto de no dar un signo de amor. Los hacía caer en la trampa, despertando el deseo en aquel que supuestamente nada le falta.
- Esto es lo que Sócrates provocó en Alcibíades, que la falta caiga del lado del erómenos.
- Convirtiéndose así en erástes, siendo un sujeto que desea lo que tiene Sócrates, pretendiendo que éste sea su objeto amado.
- Pero en Sócrates no se produce la metáfora del amor.
- Él no da un sigo de su amor ante la demanda de Alcibíades porque manifiesta no saber nada.
Sócrates sabe de su falta “solo sé que no se nada” salvo en las cuestiones del amor. Al saber de su falta, sabe que lo que el otro tenga no va a colmar su falta. Esa es la posición del analista. Sócrates lo interpreta y le dice que todo lo que dijo no es para él, sino para Agatón, que es su verdadero objeto de amor.
Si bien Lacan nos dice que no hay que interpretar la transferencia, ubica en Sócrates la terceridad. Éste opera como analista. En palabras de Diana Rabinovich: “Sócrates () se sitúa más allá de su propio ideal, en la medida en que su saber acerca de la falta le permite, al aceptar la falta, un acceso a lo contingente de cada bien, de cada objeto en el deseo.
Es así como no opera como amante, sino desde una posición tercera”. Pensemos que todo sujeto de alguna forma llega a análisis en posición de objeto, en el mejor de los casos ve al analista como el que posee el conocimiento de lo que le pasa. Para terminar encontrando en lugar de lo que busca, lo que tiene y no conoce, o sea, va a encontrar aquello que le falta, a saber, su deseo.
- El amor de transferencia no tiene reciprocidad, la falta queda del lado del analizante, por lo tanto es sujeto barrado.
- Esta posición tiene que alcanzarse, ya que el sujeto llega a análisis en posición de objeto, espera ser amado por el analista.
- El analista al no dar un signo de amor suscita algo de la falta, de esta forma invierte la posición de amado a amante dando la posibilidad de que se instale la transferencia.
Como mencioné anteriormente, en el amor de transferencia no hay reciprocidad, en el analista no se produce la metáfora, no acepta ubicarse como objeto amado, pero tampoco lo rechaza, sino que se ubica en posición tercera de no aceptar ni rechazar. Podemos pensar la transferencia tomando como eje el amor, el deseo y el saber.
Decimos que se instala el amor de transferencia cuando hay suposición de saber al analista, operando éste como como sujeto supuesto saber. El deseo de quién sostiene el proceso de la cura se juega como el deseo del analista. El engaño del amor queda del lado del analizante. El analista no se engaña porque opera un deseo más fuerte en él, el de analista.
Éste como lugar vacante, vaciado de su propio deseo como sujeto, posibilita no llenar el entre dos/intervalo (S1-S2) con su propia subjetividad. Sino que, al contrario, los propicia equivocando los significantes. Dejar vacante el intervalo permite que se aloje el deseo del paciente y con éste que se despliegue la posición del sujeto como objeto.
- Objeto que será transferido al analista y éste hará semblante de él para operar en la transferencia.
- Me resulta interesante articular el amor de transferencia desde el seminario VIII con lo que Lacan propone en el Seminario XXI como la carta letra de amor y la de a-muro.
- Esto no sería posible sin ubicar que ya en el seminario XIV habla de que “no hay acto sexual” para concluir en el seminario XX desarrollando plenamente que “no hay relación sexual”.
En “Aún” ubica un goce prohibido, no transferible, no medible pero que puede decirse entre líneas. Lalengua marca la relación entre significante y goce, y la letra que si bien la define en La Instancia de la letra como el “() soporte material que el discurso toma del lenguaje”, a la altura de este seminario la conjuga con el goce.
Por lo tanto en la letra se condensa lo simbólico y lo real. Podríamos pensar, qué significante del enjambre de significantes tocó lo real del sujeto, marco el cuerpo, apresó goce. Se trata de un cuerpo significantizado, un goce incrustado en el cuerpo. Podemos pensarlo a nivel estructural, si no hay relación sexual hay un discurso que suple esa falta, y eso produce una escritura en cada quien.
Lo que se va escribiendo, el efecto de esa escritura es la letra. Se escribe porque no hay relación, y eso que se escribe que es la letra suple la relación sexual que no hay. En palabras de Lacan “Todo lo que está escrito parte del hecho de que será siempre imposible escribir como tal la relación sexual.
A eso se debe que haya cierto efecto de discurso que se llama escritura”. Me pareció pertinente incluir este recorrido para ubicar que “La transferencia, pensada de esta manera, es una fuente de ficción que se dirige al Otro, o sea una carta de amor, que se escribirá mientras dure el análisis”. Cuando le hablo al otro, le escribo al Otro encarnado en el analista, que en definitiva es el Otro de la estructura del sujeto.
Cuando el paciente pasa a la posición de amante, es ahí cuando se empieza a escribir la demanda de amor, que es toda demanda de análisis. El analista al no responder a la demanda, permite que se abra la demanda pulsional al mantener la máxima distancia entre el Ideal del Otro y el objeto a, o sea la distancia entre el punto donde el sujeto se ve a sí mismo amable y ese otro punto donde se presenta en posición de objeto, es ahí donde se encuentra su verdad.
- Lacan nos dice “si la transferencia es aquello que de la pulsión aparta la demanda, el deseo del analista es aquello que la vuelve a llevar a la pulsión.
- Y, por esta vía, aísla el objeto a, lo sitúa a la mayor distancia posible de I, que el analista es llamado por el sujeto a encarnar.
- El analista debe abandonar esa idealización para servir de soporte al objeto a separador, en la medida en que su deseo le permite, mediante una hipnosis a la inversa, encarnar al hipnotizado”.
Uno al sostener la carta de amor desde la posición tercera, habilita un primer momento para la construcción fantasmática. Esta se presenta como necesaria, se trata de lo que el sujeto no puede dejar de hacer, “lo que no cesa de escribirse”. Cuando se construye en análisis la frase fantasmática, es en ese preciso momento o mejor dicho, eso posibilita comenzar a agujerearla, hacerla caer, es decir producir un pasaje de lo necesario a lo contingente.
Cuando se revela el objeto del amor, es decir cae el brillo fálico del ágalma, se instala la carta letra de a-muro. Se desmantela el amor de transferencia, y es en este desmantelamiento que se evidencia que el amor velaba al objeto en tanto causa. Esto supone a la vez la destitución del Otro respecto del saber, produciendo un efecto de desidentificación, es decir la caída de identificaciones que se sostenían en el fantasma.
Podemos pensar que estas cuestiones mencionadas anteriormente, habilitan la posibilidad de encontrarse con la falta que quedaba obturada. Lo que quedaba obturada era la falta del Otro, revelándose así el significante del Otro barrado como límite a decir todo.
- Nada de esto sucede si no hay un analista que escuche y ofrezca su deseo –el de analista- sin importar lo que dice, si no desde dónde lo dice, esto es, ubicándose siempre desde la posición tercera, lugar desde dónde debe operar e interviniendo desde el significante del Otro barrado.
- El sujeto en análisis hace lo que ha hecho toda su vida, demandar.
Y lo que hacemos nosotros como analistas es no responder, para preservar en el análisis lo indecible, lo imposible, lo que no cesa de no escribirse, la no relación sexual, la castración. Jacques Lacan: El seminario VIII “la transferencia”. Editorial Paidós (2011).
- Pág 47. Diana Rabinovich: Capítulo 5, Amor platónico y objeto del deseo. Pág 109.
- En “Modos lógicos del amor de transferencia”.
- Manantial. (2007).
- Jacques Lacan: El seminario VIII “la transferencia”.
- Editorial Paidós (2011). Pág 80.
- Jacques Lacan: “La instancia de la letra en el inconsciente, o la razón desde Freud”.
Pág 463. En “Escritos I”. Siglo XXI. (2010). Jacques Lacan: El seminario XX “Aún”. Editorial Paidós (2016). Pág 46. Diana Rabinovich: Capítulo 5, “Amor platónico y objeto del deseo”. Pág 113. En “Modos lógicos del amor de transferencia”. Manantial. (2007). Jacques Lacan: El seminario XI “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”.
Jacques Lacan: “La instancia de la letra en el inconsciente, o la razón desde Freud”. En Escritos I. Editorial Siglo XXI (2010). Jacques Lacan: El seminario VIII “la transferencia”. Editorial Paidós (2011). Jacques Lacan: El seminario XI “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”. Editorial Paidós (2011). Jacques Lacan: El seminario XX “Aún”. Editorial Paidós (2016). Diana Rabinovich: “Modos lógicos del amor de transferencia”. Manantial. (2007).
: Sobre el amor de transferencia y sus vicisitudes
¿Qué es la contratransferencia en terapia?
Transferencia y Contratransferencia: elementos a cuidar en el trabajo clínico Imagínese la escena. Reunión de equipo en la que se habla de una persona/paciente con la que parece que hay dificultades para poder trabajar. El/La profesional que le atiende toma la palabra, espetando un ” Uff, este paciente me genera mucha contratransferencia “, dicho con desagrado y arrugando la nariz por el sentimiento de asquete experimentado, para después pasar a hablar sobre las dificultades del caso.
Nota: si os dedicáis a esto, y escucháis esto alguna vez, esa persona no tiene mucha idea de qué es la contratransferencia. También aclararé que eso no quiere decir que sea un mal profesional, ni mucho menos. Únicamente que está utilizando un concepto de forma inexacta; en realidad lo que este profesional quiere decir es que el paciente le cae mal y/o le produce rechazo.
Punto. Y podrá trabajar con él/ella si no se deja llevar por ese sentimiento, pero conviene ser consciente precisamente del origen de ese sentir (¿es mío con relación a él/ella?, ¿es suyo y lo vuelca en mí?) para poder seguir trabajando medianamente bien.
- A lo largo de mis años de profesional he trabajado en diferentes equipos, y este tipo de situación la he vivido más de una y más de 2 veces.
- También es cierto que estos conceptos no los suele explicar nadie en la carrera, ni en psicología (salvo en determinadas facultades) ni mucho menos en medicina, y, doy por hecho, tampoco en enfermería ni en trabajo social.
Durante la residencia, salvo que coincidas con algún profesional formado en teoría psicodinámica (spoiler: no fue mi caso), tampoco es algo sobre lo que se profundice demasiado. Y así, me vi tardando varios años en comprender un poco mejor a qué hacen mención esos términos vistos en ocasiones como anacrónicos: transferencia y contratransferencia.
A nivel histórico, el concepto de transferencia ha sido piedra angular de los tratamientos psicodinámicos desde su inicio allá a inicios del siglo XX. Uno y otro (trans y contratrans) van ligados, y su concepción ha ido evolucionando a lo largo de los años. No voy a centrarme en los orígenes, sino en cómo tratar de comprenderlos desde un punto de vista más actual.
El lector que quiera ampliar información puede echar un ojo, por ejemplo, al siguiente documento:, También recomendaría la lectura de los 3 libros que he colocado debajo del título, en los que se introducen estos conceptos y la manera en que se puede trabajar con ellos desde dos perspectivas teóricas diferentes (me he basado mucho en ellos para escribir esta entrada).
Transferencia : Hablamos de un concepto que hace mención a las relaciones tempranas, significativas, cargadas emocionalmente y teñidas por factores genéticos y temperamentales de cada uno/a, además de por fantasías y defensas, que acaban por organizarse dentro de la mente bajo la forma de unas estructuras mnémicas o modelos relacionales internalizados a los que se denomina relaciones objetales internas (que no dejan de ser sistemas de circuitos neuronales construidos a través de la experiencia).
Estas construcciones acaban conformándose en esquemas latentes que se activarán en determinados contextos, y que, una vez activadas, teñirán la experiencia subjetiva del individuo y le llevarán a actuar y sentir de formas que se correspondan con dichas relaciones objetales internas.
Dicho de otra manera, el individuo “escenifica” o “vive” sus relaciones objetales internas en su vida cotidiana, y en particular en sus relaciones interpersonales; y, normalmente, a mayor cercanía más facilidad para que esto ocurra en esa relación. Un “contexto” activa una determinada relación objetal, que organiza o influye la conducta del individuo (“conducta” entendida de manera radical, podemos estar refiriéndonos a experiencia subjetiva interna).
El producto es una representación o escenificación en el presente de unos modelos de interrelación derivados de unas relaciones significativas acontecidas en el pasado. Dicho de otra manera a como lo digo de otra manera: la persona revive la misma historia en una historia diferente, acumulando experiencia que confirma de nuevo su vivencia, e ignora otras posibilidades.
- Si una persona que presenta conflictos en torno a la rivalidad logra un éxito, pero, pese a ello, ocurre que después por otro evento que ocurre se siente inferior a otra persona, diríamos que su estado subjetivo en ese momento refleja la escenificación de una relación objetal defensiva que se compone de un sí-mismo inferior y de un “otro” superior.
- Una escena recurrente en el día a día clínico: yo abandonado impotente – otro abandónico cruel
Cualquier disposición transferencial vendrá definida tanto por una representación de sí mismo como por una representación de un objeto (yo me coloco este traje, al otro le coloco este otro), además de por un determinado afecto asociado (lo que se siente en esa relación).
Sirva como ejemplo este otro esquemita: En el transcurso del tratamiento, dicha experiencia subjetiva se convierte en un punto de partida para explorar las relaciones objetales internas. Como pista para tratar de encontrar este tipo de proceso, conviene identificar, tener en mente y buscar a los protagonistas de la escena recurrente.
Estas relaciones internas tienden a repetirse una y otra vez, y, en la medida en que conseguimos aclarar cuándo se está dando ese tipo de construcción, tendremos bastante ganado de cara a poder trabajar con ello. Curiosamente, aquellas que son conflictivas son las que tienden a escenificarse o externalizarse defensivamente dentro del contexto del tratamiento, materializando los procesos que subyacen a los rasgos caracteriales desadaptativos, las dificultades interpersonales y las perturbaciones subjetivas que llevan a una persona con un posible trastorno de personalidad a buscar ayuda.
En patología borderline, la identificación del paciente con una de las caras de una determinada relación objetal suele ser inestable, y puede dar lugar a una inversión de los papeles en donde el paciente se identifica tanto con la representación de sí mismo como con la representación objetal: De repente, yo soy el incompetente, y él/ella el rechazante,
Es como darle la vuelta a las tornas: “he aprendido que soy X en la relación con Y, y de repente me vuelvo Y y el otro es X, sin darme cuenta de lo que ocurre”. Una parte puede estar actuando encontrándose plenamente disociada, o pueden alternarse unas con otras, y así con varias (sí, es un poco complicado).
- Es imprescindible un trabajo continuo para ir elaborando los conflictos entre las partes, teniendo en cuenta las otras partes que van apareciendo.
- Como decíamos un par de párrafos atrás, el contexto clínico influye en qué tipo de conflictos transferenciales se activarán, y en qué orden.
- Por ejemplo, el contexto de tratamiento, en el que, en el fondo, lo que uno hace se puede traducir como “pedir ayuda”, estimula emociones infantiles y sus conflictos asociados en relación con figuras de apego importantes, además de ansiedades y defensas relacionadas (pensemos que alguien que ha sufrido mucho en sus primeras experiencias familiares con personas que en teoría “le querían y le cuidaban”, podrá vivir como amenazante el tener a otro enfrente que, también en teoría, está para intentar ayudarle).
Y con esto hemos de trabajar en el curso del tratamiento de una persona con un TP grave, con las partes que a la persona más le duelen y con las que más daño puede hacer al otro. Se añaden otros contextos particulares que estimularan otro tipo de conflictos: sexualidad, confianza, dependencia, autonomía, agresión, control y poder Conviene resaltar también que algunas características del terapeuta también influirán en las relaciones objetales activadas, quiera o no quiera :
- Sexo, edad, estilo de personalidad
- Grado en que demuestre abiertamente calidez o reserva
- Uso del sentido común
- Nivel de actividad y de receptividad/reacción
Como recomendación, el mantener una actitud de preocupación contenida, junto con prestar una atención flotante constante a los efectos del contexto de terapia y de las intervenciones del terapeuta sobre la percepción y vivencia que el paciente tiene del terapeuta y de la relación terapéutica, puede ser bastante útil.
- ¿Significa eso fingir o ser falso?: NO, en absoluto.
- Significa no dejarnos llevar de manera libre en un espacio tan particular como es la consulta, pero la autenticidad ha de mantenerse, en la medida en que sigue siendo importante y fundamental de cara a que la relación terapéutica se pueda establecer.
La propia personalidad del terapeuta de hecho sirve como punto de anclaje para la transferencia, además de para la alianza de trabajo: aceptamos esa influencia sobre los desarrollos transferenciales, pese a que en muchas ocasiones eso escueza o pese, para poder explorar el material que va surgiendo.
Contratransferencia : Y ahora a por el otro lado de la mesa, que a veces puede resultar un poco más incómodo. La contratransferencia, resumiéndolo mucho, sería el conjunto de reacciones emocionales del terapeuta hacia el paciente, Su contención ayuda a nuestra capacidad para hacer uso de dichas emociones en el trabajo terapéutico; su no contención puede cargarse el proceso de terapia, empujándonos a actuar en base a lo que sentimos de manera descontrolada, pudiendo llevar a cabo un acting-out contratransferencial que sea una nueva experiencia desagradable para la persona que atendemos.
Vamos, que hagamos “lo que se espera de nosotros” en la relación objetal interna que estamos tratando de trabajar (y que ello conlleve la quiebra o la amenaza de la relación), o que, directamente, si algo nos toca de manera personal lo actuemos inconscientemente para facilitar que la terapia se destruya.
- El análisis de la contratransferencia se ha de llevar a cabo mientras escuchamos lo verbal y observamos lo no verbal.
- Son 3 componentes a tener en cuenta: lo verbal y lo no verbal es imprescindible, pero también recomendaría tener en cuenta el material transferencial, que no es lo mismo que los otros 2.
Las contratransferencias no contenidas pueden generar puntos ciegos en el terapeuta y hacer que le sea difícil comprender y/o empatizar con algunos aspectos de la experiencia consciente e inconsciente del paciente, y que ello de pie a lo que acabamos de comentar justo antes.
- Trabajar con este material implica vivenciar un flujo ininterrumpido de reacciones emocionales hacia el paciente, que en sí es la contratransferencia.
- Suena bonito, ¿eh? Pues ni lo es, ni lo deja de ser.
- Al final, es otro tipo de material a tener en cuenta en terapia, ni más ni menos.
- Sólo que de otra naturaleza que en ocasiones tiende más bien a ignorarse o reprimirse, con el riesgo que ello puede conllevar.
Diferenciaré ahora 2 tipos de contratransferencia que se diferencia en su origen: la que procede en su mayor parte de dentro del terapeuta, y la que tiene su origen en el paciente.
- La contratransferencia del terapeuta es un reflejo de sus propios conflictos y necesidades personales (transferencia del terapeuta hacia el paciente). Es “lo que yo siento hacia él/ella por lo que he ido viviendo en mi propia vida, que me influye de X manera en el proceso de terapia”. Por ejemplo: me recuerda a mi madre, me da pudor explorar lo sexual. Este tipo de contratransferencia habla más del terapeuta que del paciente, en la medida en que es algo que es mío propio.
- La contratransferencia de origen en el paciente implica que el terapeuta está reaccionando a la transferencia del paciente; ésta es la que más nos interesa para el trabajo terapéutico (para el trabajo en sí, la otra la hemos de monitorizar igualmente, para asegurarnos de que no estamos cubriendo anhelos nuestros con la persona que atendemos). La anterior modalidad de contratransferencia refleja el hecho de que varios terapeutas puedan reaccionar de manera diferente a un mismo caso; este tipo de contratransferencia refleja el hecho de que diferentes terapeutas puedan responder de la misma manera al mismo paciente.
Por ejemplo: paciente tratada por múltiples profesionales a los que iba dejando la sensación de ser todos unos “inútiles que no pueden hacer nada por ella”. Eso, independientemente de que un terapeuta en particular pueda tener algún conflicto personal con ese tema, en la medida en que todos lo sienten con la misma persona, puede dar pie a pensar que eso que se siente tiene más que ver con la persona que con quienes le atienden.
- Esto nos deja en un escenario en el que es necesario monitorizar la fuente de nuestras reacciones con el paciente, para poder discriminar una de otra, para poder contar con ese material de trabajo.
- Así pues, conviene preguntarse hasta qué punto nuestras reacciones a él/ella ofrecen datos acerca del mundo interno del paciente, o más bien hablan de las necesidades y conflictos propios.
Como pistas para poder diferenciar una de otra :
- Si lo que sentimos es súbito, muy intenso, y no lo identificamos como algo habitual en nosotros, sospechad que sea contratransferencia del paciente; ojo al hecho de actuar desde ahí, insisto en que nos da información para seguir trabajando. Por ejemplo: presión extrema a salvarle la vida / sentirme terriblemente inútil. En este ejemplo en particular, pues puede ser bastante peliagudo no actuar si precisamente lo que estamos sintiendo es eso. Pero habremos de hacer el esfuerzo de discriminar si realmente existe o no esa urgencia extrema.
- Si lo que sentimos es “un viejo amigo nuestro”, también ojo al hecho de actuar en terapia desde ahí, no vaya a ser que tenga que ver con algo mío que no tengo del todo satisfecho. Por ejemplo: autorrevelación narcisista/seductora que, aunque parezca que se utiliza para ayudar al otro, en realidad la estamos llevando a cabo para colocarnos en una posición de superioridad en la que generar admiración y sentirnos nosotros por encima. He puesto este ejemplo concreto porque, a nivel particular, considero que las autorrevelaciones se han de utilizar con mucha cabeza y criterio; revelar información personal puede ser útil, pero también puede ser conflictivo.
A modo de resumen, diré que la contratransferencia vendrá determinada por:
- Las transferencias del paciente hacia el terapeuta, que reflejan el estilo defensivo del paciente y la cualidad de sus relaciones objetales internas
- Las realidades de la situación vital del paciente
- Las transferencias del terapeuta hacia el paciente (determinadas por el mundo interno y los conflictos del terapeuta)
- La realidad de la situación vital del terapeuta
Puede sonar un poco lioso todo esto, pero actualmente me cuesta pensar en cómo poder estar en terapia ignorando que “eso” existe. Incluso en los abordajes más sintomáticos es algo que flota en el aire; hay terapias que lo pasan más por alto (y, por tanto, no trabajan con ello, y no necesariamente es un problema, ni mucho menos), así como tampoco lo hace el modelo de “apoyo-paternalista-jerárquico-basado en mi propia experiencia” que es muy habitual en salud mental, y que en muchas ocasiones da pie a actuaciones que más que en conocimiento de alguna naturaleza se centran en lo que “yo pienso”, sin dar pie a la crítica de que quizá “lo que yo pienso” no sea lo mejor para la persona a la que atiendo.
Volviendo al ejemplo del inicio ” Uff, este paciente me genera mucha contratransferencia ” decir que en realidad es una frase que no nos aporta demasiado. Es centrarse en que me está generando rechazo, y dar a entender que probablemente también vaya a generar rechazo al resto, pero nada más. Si luego atiendo yo a esa persona, y no me genera “eso que parece ser desagradable y no se le ha puesto nombre”, pues igual acabo pensando que tiene que ver con quien le había atendido anteriormente, y no con el/la paciente.
La contratransferencia tendrá forma específica, y no siempre será “aparentemente negativa”. Yo he visto dar prioridad en fecha de consulta a pacientes que, a igual gravedad, eran físicamente más atractivos/as, y luego tratar de racionalizar la decisión para no tenerse que hacer cargo de lo que implicaba tomar esa decisión, y quedarse tan pancho/a.
En realidad, lo que pretendo transmitir es que lo que sentimos en el espacio de terapia difícilmente puede ser ignorado, queramos o no; y, aunque no vayamos a trabajar con ello específicamente porque nuestro modelo no lo utilice como material de consulta, creo recomendable tenerlo en mente de cara a evitar que, por un lado, temas nuestros personales pueden estar interfiriendo en el proceso de terapia, y, por otro, que estemos al final actuando de forma que la persona a la que atendemos vaya a acabar teniendo una experiencia dolorosa más de la misma forma que las ha tenido anteriormente con otras personas (fuera y dentro de terapia).
Sólo eso, con todo lo que ello conlleva. Por último, diré que sobre supervisión y cuidarse escribiré más adelante, que al final son las vías que nos ayudan a evitar esto último de lo que estamos hablando. : Transferencia y Contratransferencia: elementos a cuidar en el trabajo clínico
¿Qué pasa cuando el terapeuta se enamora del paciente?
Cuando el terapeuta se percata del enamoramiento de su cliente o por el contrario es ‘sorprendido’ por su cliente con la confesión de su enamoramiento, se despierta generalmente uno o varios de los siguientes sentimientos: Halago: Este sentimiento aparece muy frecuentemente.